domingo, 12 de junio de 2011

Whatever.

Que se convierta en un libro de reflexiones con borrones de tinta intercalados. Un amuleto de la suerte que me aleje del miedo. Quiero una barra de pintalabios rojo que no se acabe nunca.


Dejar reposar mis cabellos sobre tu almohada para que tú hagas lo mismo algún día y se quede  la sensación
de que estuviste ahí a la hora de irme a dormir. Una media sonrisa, que si es entera no se puede completar. Arañemos las paredes de tu habitación, que perduren las marcas. Deja que me siente entre tus piernas con toda la intención de ver una película, palomita a palomita, bebiendo coca-cola hasta que la cafeína se cuele en nuestros besos para luego dejarnos morir. De la forma más absurda e inexistente que exista.

Arrancándonos te quieros de los labios y prendas de la piel.