miércoles, 2 de marzo de 2011

Ciencia

Me enseñaron que las cosas no te alcanzan por ciencia infusa, que pasa conseguir algo que soñamos es necesario poner como mínimo, un poquito de empeño. Me dijeron que no valía la pena hacer lo que hacía sin tener en cuenta la importancia de aquello para mí. Me gritaron al oido con el propósito de darme un susto y lo que consiguieron fue una gran bronca por mi parte. Yo misma tropecé varías veces con la misma piedra y no con una, sino con dos y con tres y con cuatro diferentes. Me abrazaron porque lo necesitaban y me dieron un beso por puro aburrimiento. También alguien la tomó conmigo por rabia de asuntos personales. Alguien supo como contagiarme la risa durante por lo menos mil ochocientos segundos seguidos. Escuché que la vida son dos días de los cuáles uno está lloviendo. Entendí que o coges las cosas de frente o las cosas te atrapan a ti y que hay que saber poner todas las cartas sobre la mesa. Que la vida es caer y levantarse. Volver a caerse y volverse a levantar. Celebrar los viernes y joderte los lunes. Abrazarte a quien te abrace, y a quien no, no te abrazas y punto.

Aprendí que si quieres algo bien hecho, tienes que hacerlo tú mismo.